El sueño en el que me encontraba encerrado ha terminado y la ciudad está muerta. Lágrimas de Dios se han comenzado a secar de los techos de lo que antes fue un monumento a la tiranía.Las nubes como un barco en el mar, se hunden suavemente en el Infinito mientras que un manto en llamas comienza a devorar los restos de la noche y a iluminar recuerdos de lo que fue.
A lo lejos han comenzado ha llorar las campanas de la catedral y de las ruinas los cuerpos se levantan. El día ha comenzado y la calle se convierte en escoria.
Las prostitutas fingen castidad y los burgueses pobreza ante el Señor. Las tabernas abren, los perros fornican y los niños lloran.
Comienzo a escribir, y de mis versos la creación nace, lo que yo amo nunca ha de existir y lo que odio sustancia es de mi ser. Sólo un demonio y nada más, dice la gente cuando me ve. Sólo un poeta y nada más, dijo Dios bañado de envidia cuando lo labré. Porque el poeta dueño de su alma es y libre del tiempo está.
Sexo en el cielo ha comenzado y de las lumbreras un eclipse se está anunciando. Las tinieblas se expanden sobre las ruinas y Dios comienza a llorar sobre su templo.
¡Bendito templo del pecado, abre tus puertas a los cuerpos sin alma, porque condenados ya están y recuérdales que polvo son, marcándoles la frente con la ceniza de Mercurio!

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